Hola! 👋 Saludos desde la ciudad de Buenos Aires.
Me viene costando mucho publicar. La semana pasada lo hice porque había que hacerlo (la Marcha, el discurso en Davos, etc). La anterior me ayudó Cande.
Me está costando publicar porque ya no tengo tantas ganas de andar compartiendo. Sigo teniendo cosas para decir. Sigo haciendo actividades interesantes. Pero siento que todo lo que quería compartir ya lo saqué, ya lo transmití, ya me vacié de decirlo. Como que me tengo que llenar de nuevo de ganas de compartir.
Me tomó casi 4 años y 200 mails para decir “creo que por ahora ya compartí todo lo que quería”.
Sin embargo, no quiero dejar de escribir. Quiero que Descubriendo siga. Puede ser el vehículo de más cosas que me gustaría hacer.
Por lo pronto me voy a dar licencia para no escribir todos los domingos y ver qué pasa.
La semana pasada estuve nostálgica. Es bueno, es malo, no sé, no es mi estado de ánimo preferido pero cada cierto tiempo es necesario. Siento que es importante darle lugar. Que se manifiesten los recuerdos, sentirlos, y dejar que se vayan solos. En general algo lindo traen.
La última vez que pasé unos días sola en casa me puse en modo ejecución de riego automático, de implementar cosas en el depto, de hacer mandados. Y me encantó ese estado aunque también me agotó.
Estos días pensé que me iba a pasar lo mismo: tengo tiempo de estar en la compu aprendiendo algo, de meter algún proyectito más en la casa. Si bien dediqué unas horas a la versión 2 del baño de Benito (spoiler: ya no hay caño de desagüe lo que minimiza mucho el olor y el mantenimiento, pero enfrento otras complejidades), me la pasé recordando mucho. Diría que hice un buen recap de los últimos 11 años de mi vida. Pasé bastante tiempo en ese ir y volver de mi pasado a mi presente, de vuelta al pasado, de vuelta al presente.
Recordar está bueno, en general mi balance es positivo: el pasado fue muy lindo pero el presente es muy lindo también. O el pasado me llevó al presente. Lo siento como una actualización de software, o como ordenar una biblioteca muy grande: hay un montón de bloques en mi memoria que ya no hacen sentido, a ver qué sentido les damos - ahora tienen sentido y el sentido es este, así que los guardaremos cerca de estos otros bloques.
Me sucede que estoy leyendo la biografía de Steve Jobs y me toca en varios puntos. La tecnología, los viajes, la espiritualidad. La búsqueda de una verdad personal. Mountain View, Menlo Park, Cupertino. Silicon Valley. Lugares que un día significaron la Meca para mí y hoy ya no.
En un momento existieron dos cosas en mi vida: la tecnología y los viajes. La tecnología para cambiar al mundo, los viajes para cambiarme a mí. En los viajes sentía y en la tecnología pensaba. El resto de los temas era ininteresante, inútil, estúpido. Una pérdida de tiempo. Yo era especial, iba a ser especial. El mundo iba a cambiar. En Silicon Valley había cosas sucediendo.
La hago corta. Steve Jobs tuvo sus viajes espirituales, yo los míos. Al igual que a él, yo también tuve un montón de intereses adyacentes a la tecnología pero siempre circundantes. Me imagino que a muchos de nosotros nos pasa parecido así que no me voy a sentir especial por sentirme representada por Steve Jobs.
Sin embargo, hoy los viajes y la tecnología tienen para mí significados distintos. Viajar, ya lo compartí anteriormente, pasó de ser una checklist de países a tachar a ser algo que voy a compartir. Conmigo, con alguien más. Ya no viajo sola porque sí. Y si viajara sola lo haría para disfrutar de algo que ya conozco, volver a visitar algo a ver cómo está desde la última vez. Comer o disfrutar aquello que ahí está.
La definición de tecnología en cambio no es tan placentera. No me resulta tan entusiasmante el tema AI, no creo que estemos todos en el mismo barco. Lo siento como… fragmentado. Como una carrera armamentística entre estados/empresas y no como algo hacker que surge de unos nerds en un garage. Quizás yo cambié, no sé.
En fin, la tecnología hoy para mí también es un compartir con. Con alumnos, con gente más joven, con organizaciones locales, o en mi propia casa. Y no tanto allá lejos, allá en San Francisco, allá en los grandes emprendedores.
Estoy un poco nostálgica porque este cuatrimestre no voy a estar haciendo la ayudantía en ITBA (tengo varios viajes, seguro que de acá a Marzo publico algún domingo contando sobre eso). Me siento media tonti de sentirme así por algo que el cuatri que viene puedo y quiero retomar, pero igual, esa ayudantía me ayudó directa e indirectamente en un montón de cosas que yo quería hacer. Gracias a mi trabajo anterior estaba más vinculada con argentinos haciendo cosas interesantes y cuando lo dejé perdí esa conexión. La gente que conocí en la ayudantía no solo calmó esa nostalgia, sino también mis ganas de pertenecer a un lugar. El contacto semanal con docentes y ayudantes afectó desde cosas triviales como mi redacción de mails, hasta aspectos más profundos como mi estilo de liderazgo, cómo pongo límites, cómo enseño, y hasta qué barrio quería vivir y qué música escucho. Me dio amigos, referentes y más argentinos haciendo cosas interesantes en mi vida.
El contacto con alumnos me desafió a salir de mi zona de comfort, pasar al frente y entender cómo funciona el aprendizaje para ellos. Por momentos, interactuar con gente una década más joven me hizo sentir cero especial, cero importante, cero interesante. Tuve que lidiar con esos sentimientos, especialmente porque detesto sentirme poco interesante. Esto me llevó a reflexionar sobre cómo yo misma solía ver a la gente mayor — me parecían poco interesantes. Y ahí entendí: mirá cómo se da vuelta la vida. Ahora, cuando conozco a alguien mucho mayor, intento recordar que tiene una vida interesante por descubrir.
En fin, se me hizo largo. Ha sido una semana nostálgica pero me alegra. Siento que pude leer, tener tranquilidad, tiempo. Espacio en mi cabeza y mi agenda. Ese es uno de los objetivos que quería. Cerrar temas del depto y delegar tareas para tener justamente esto. Si gracias a tener más tiempo cada tanto me pongo un poco nostálgica me parece bien, como digo, siento que es necesario. A veces estos períodos de mayor vacío son los más esclarecedores, los más temibles también porque quién te dice la nostalgia no te trae algo que te hace apuntar en otra dirección. Pero ya no le tengo miedo a los pivots de la vida. Si vienen orgánicamente gracias al vacío generado no hay manera de que no sean para mejor.
Hasta la próxima,
Delfi
Si alguien te envió este mail, suscribite gratis para recibir futuros mails: