Hola! 👋 Saludos desde la ciudad de Buenos Aires.
Ayer fui(mos) a la marcha “antifacista y antirracista” convocada por distintos colectivos vinculados a la comunidad LGBTQ+.
Desde el Congreso y hasta Casa Rosada, y en otros puntos del país y del mundo, cientos de miles de personas se organizaron y movilizaron en respuesta al discurso del presidente Javier Milei en Davos.
No voy a hablar de quiénes más fueron a la marcha, de los sindicatos, de los referentes de la oposición, de los múltiples actores que para bien o para mal se sumaron a esta marcha porque ya está, ya lo asumí, en Argentina el tema de género es político y se mezclan muchas cosas que no tienen nada que ver.
Lo que sí puedo decir y que los medios y redes no pueden cubrir es lo que sigue.
En primer lugar, siento que la gente entendió que esta marcha no era la clásica marcha del Orgullo con humor, baile, canciones, fiestita. Aunque esta marcha tuvo humor, la ocasional canción y hasta a Lali saludando desde un balcón, la gente estaba ahí en posición de lucha. En defensa de (aunque siempre estamos en defensa de) pero esto era distinto. Se vivió distinto y me gustó que así fuera.
En segundo lugar: nada está zanjado. Y lo diré siempre. Nada es seguro y aunque me quieran decir que hay cosas que ya no se cuestionan permítanme dudar. No sólo dudar sino que confirmar que las cosas SÍ se siguen cuestionando y la historia se sigue repitiendo.
Nada está zanjado en este mundo. Ni los derechos humanos, ni los del colectivo LGBTQ, ni el aborto, ni el divorcio, ni nada.
Basta ver a Estados Unidos que viene reabriendo discusiones ya cerradas (Roe vs Wade, “sólo hay dos géneros, hombre y mujer”).
Ya estaba ganado, hasta que no.
Todo puede volver y en esa falta de paranoia caemos muchas veces, de creer que algo es tan horrible, tan innombrable, tan pasado que ya no sucederá.
Y sin embargo la historia se repite y se repite.
Fue muy enriquecedor (y muy escalofriante) volver a visitar Alemania el año pasado. Refresqué la historia que ya conocía de memoria pero ahora la entendí (mitad del 1900, un país es crisis económica, un loco dando soluciones simples a problemas complejos, discursos fervientes y violentos, el holocausto, el antisemitismo, morir en un búnker con su perro, etc).
La historia está lamentablemente a unos pocos discursos, a unos pocos hechos aislados que dejamos pasar, para repetirse.
Creo que eso es lo más importante de la marcha de ayer: habernos unido a los pocos días de un discurso estremecedor. No dejarlo pasar. No dejar impune cualquier pequeño brote. No dejar de defender.
La comunidad LGBTQ al menos en Argentina sabe muy bien eso: es mucho lo que se ha ganado, pero todo se puede perder. La Argentina, en general, lo sabe bien para algunas cuestiones. La dictadura militar, la educación pública, y también la diversidad.
Vivir con la sana paranoia de que nada está escrito en piedra.
Me gustaría haber empezado a entender el mundo desde antes.
Me hubiera gustado cuando estaba en el colegio no repetir de memoria y sacármelo de encima. Realmente entender: por qué estoy aprendiendo fracciones en matemática, por qué estoy aprendiendo geografía, o historia.
No sé si hoy puedo decir por qué todos esos contenidos estaban en el programa escolar, pero hoy entiendo mejor el mundo y entiendo por qué estudiábamos historia: para conocerla y que no se repita.
Hoy disfruto de entender más el mundo. Haber vivido lo suficiente como para haberlo visto girar en una dirección, luego en otra, avanzar y retroceder, en un baile pendular en el que estamos todos metidos.
En este momento lo veo claro: la ideología occidental está dando marcha atrás, hacia los valores "tradicionales", el control sobre el género (solo existe este y este), sobre quién puede desplazarse de tal a tal lugar, etc.
Desde que entiendo más al mundo, formo más parte de él, para bien o para mal.
Hasta la próxima,
Delfi
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