Hola! 👋 Saludos desde la ciudad de Buenos Aires.
Antes que nada, si te aparece un cartelito gris arriba de este texto, podés desestimarlo. Fui yo tocando las cosas equivocadas en Substack y teniendo que subir todos los mails de vuelta 🙃.
No quiero abrir el último mail que envié. Prefiero no recordar si dije “vuelvo en dos semanas” y estoy publicando recién un mes después, o si inteligentemente no mencioné nada de cuándo volvería a escribir.
Tengo muchas cosas de las que hablar y necesito depositarlas en algún lugar. No tengo todo el tiempo que me gustaría para desarrollarlas como es debido pero imagino que profundizaré en futuros mails. O quizás no. Pero prefiero registrar todo lo que pueda.
Arrancando desde donde dejé, hago un resumen de lo que fueron mis últimas semanas.
Lisboa con mis compañeros de trabajo. Hermoso. Infinitamente más fácil que el año pasado en Ciudad del Cabo donde no conocía a nadie en persona. Se sintió como un lindo reencuentro y vi algunas caras nuevas.
Amé Portugal, amé mucho este país. Quizás fue vivir con algo de alcohol en sangre 24/7 porque almorcé y cené vino varios días seguidos. También fue otro país que conocí con Cande y siento que nos pegó bien. Fuimos a la playa, había sol. En Lisboa le dijeron a Cande que querían pasarla de part-time a full-time en Serviry, la plataforma de telemedicina, y celebramos cenando la mejor comida del viaje. Era un restaurante llamado Geographia y quedaba en la esquina de mi Airbnb. Adentro tenía mapas ❤️. Probamos vino verde, pulpo y casi todos los postres.
En Porto comimos ostras, pescado y más vino. La gente muy relajada, si te veían apurado en la calle te decían “calma, calma”. Cuando pedíamos la cuenta sin haber terminado de comer nos decían “calma, calma”.
Y en todo Portugal, los pasteles de nata ❤️. Desayunar y merendar pasteles de nata. Sólo Argentina me había ofrecido tan perfectas cuatro comidas diarias.
La siguiente sección del viaje fue el norte de Italia, esa zona que fue mi casa por un semestre cuando tenía 20 años. Durante una época de mi vida consideré vivir ahí como mi mayor logro. Milán y el lago de Como eran donde empezaba y terminaba lo más grande que había hecho. Mi objetivo era volver a pasar por esos lugares y ver qué sentía. Y disfrutar.
Aterrizamos en Milán aún soleado, y tuvimos sol toda la semana pero ya bastante más frío. Volver a esta ciudad, a Como, y a Venecia me hizo reflexionar bastante sobre el pasado y el presente. Todo el tiempo estaba volviendo atrás pero también creando recuerdos nuevos. Sentí nostalgia del pasado, de ya no sentir la emoción de ver todo por primera vez. Sin embargo estoy disfrutando mucho de mi edad y momento actual. Me pienso ahora y digo “me prefiero un poco así”.
Había lugares que frecuentaba que ya no estaban, y lugares que seguían estando tal cual los “dejé” hace una década. Me alivió saber que en mis ausencias las cosas van a seguir estando ahí. Ahora entiendo más de algunos tiempos vitales, los lugares que conocí van a seguir estando ahí y al mismo tiempo no. Es decir: mi universidad cerró, el bar al que iba cerró, mi residencia cerró. Pero todo lo bello sigue estando ahí. El otoño, el lago, los monumentos, la arquitectura, el clima, los cafecitos, las pastas, la gente local.
Por último, si algo me dejó esta sección del viaje es que se evidenció mi cambio de mentalidad en estos diez años. Antes el mundo era un buffet - toquemos todos los países que podamos, probemos de todo un poco. Comamos a más no poder. Probemos todo al mismo tiempo.
Ahora el mundo son restaurantes dispersos. ¿Estás para esto? andá a este país. ¿Estás para esto otro? Volvé a este país. Andá todas las veces que quieras, va a seguir estando ahí.
Las siguientes secciones del viaje también seguían los pasos de una Delfi anterior. Praga, Berlín, Bruselas, pero las cuento otro día.
De vuelta en casa, momento de apreciación de las últimas obras: aberturas nuevas, toldo nuevo, experimento número 1 de jardín vertical, piso pintado a nuevo. Hice unas puertas corredizas de dos metros y medio para el mueble del living. Puse más estantes. Volví con ganas de avanzar, el grueso ya está, van quedando detalles.
Va una reflexión larga y en desarrollo.
Dos amigas mías fueron madres esta semana pasada. La otra vez le dije a una de ellas, en casi su último día de embarazo1: “con todo esto siento que le encontré el sentido a los 30”. Y agregué “de los 30 siendo mujer”.
Pero no fueron los embarazos amigos los que me hicieron reflexionar. Fue justamente una persona no embarazada. Una de mis mejores amigas, que una noche en su casa en Bruselas me dijo “y Delfi, estoy bien, con mi pareja estoy bien, con mi trabajo estoy bien, ¿qué me puede preocupar?” y me miró como diciendo ya sabés de lo que te hablo.
Y sí, ya sabía de lo que me hablaba. Si tener hijos, si no, cuándo, la maternidad y el trabajo, si congelar óvulos, dónde, etc.
Ella continuó: “si hay algo que a veces a la noche me desvela un poco es que tengo 32. Y tengo que decidir qué hacer con el tema hijos. Es injusto, las mujeres y la edad, pero es así”.
La primera vez que una amiga me habló de este tema fue hace cinco años atrás. Yo tenía 26 ó 27. Me consideré completamente exenta del problema, un tema para la Delfi de más adelante.
Después la Delfi de más adelante se puso en pareja con Cande y encontró la fisura legal, el hueco por donde entrarle a la biología y la maternidad porque ahora Delfi por fin se liberaba del yugo de ser la única persona con posibilidad de gestar en una relación. Y Delfi siguió considerándose exenta del problema, vio a sus amistades embarazadas y tener hijos y continuó tranquila, sabiéndose ajena a la cuestión, total ella estaba ok con tener hijos que no llevaran su ADN, hasta que su amiga en Bruselas con esa pregunta le hizo entender que no estaba tan exenta - ¿qué tanto estaba ok y lo estaría por el resto de su vida? - y que era momento de al menos darle una buena pensada.
Porque ese es el problema. Acá se pasa el tren y se pasa el tren. Este bicho es distinto a todos los otros con los que me encontré. Siempre, siempre, siempre, el peor escenario era reversible. ¿Compraste un depto malo? Se vende. ¿Te mudaste afuera y no te gusta? Te volvés. ¿Elegiste mal tu carrera universitaria? Te cambiás. Todas mis decisiones hasta ahora, con mayor o menor ética o moralidad, eran reversibles.
(Miento. Me operé dos veces, no creo que puedan volver a ponerme la vesícula y los adenoides. Entonces tomé decisiones irreversibles pero la opción descartada no me interesa. El problema es cuando la opción descartada en la decisión irreversible puede ser interesante.)
Conclusión: esta decisión es irreversible, sumado a que la opción descartada puede ser interesante. Y no quiero que la vida me elija el default sin haberlo pensado.
La decisión de la década se compone de dos partes:
a) tener hijos
b) que al menos uno sea biológico (mi ADN. Caso positivo: extraer óvulos, con opción de congelar o no).
Hasta ahora mi proceso era:
Si a es no, se descarta b.
Si b es no, me da lo mismo si a es sí o no, los gestará Cande o no pero yo estoy exenta de todo tratamiento o decisión sobre mi cuerpo. Y por ende libre de la edad y del tiempo. La única edad relevante será de la persona que tenga que quedar embarazada y yo no lo seré así que exenta.
Estoy bastante segura que estoy ok con b=no.
Lo que creo ahora:
si elijo a=sí o a=no, ¿estoy segura que nunca voy a querer lo contrario?
si elijo b=no, ¿estoy segura que nunca voy a querer lo contrario?
Entonces, por las dudas, ¿no tendría que contemplar que podría querer b=sí?
Entonces, no estoy exenta de todo tratamiento o decisión sobre mi cuerpo y por ende libre de la edad y del tiempo.
Agradezco a mi curiosidad (que le ha atraído cada cosa, una más peligrosa que la otra) que decidió que cursar un embarazo no le parece interesante. Eso hoy lo tengo claro, no me interesa en lo más mínimo ver mi cuerpo transformarse y gestar vida en su interior. Y me he cuestionado, ¿será porque sos muy impresionable? ¿será porque en realidad tenés muchas ganas de gestar y lo rechazás? La verdad que no. Conozco la curiosidad cuando se presenta y sé que su llamado es muy difícil de rechazar. No es el caso. Soy bastante feliz con el vacío legal que encontré.
Sí cabe la remota posibilidad (porque conozco cómo funciona mi curiosidad, y porque sé que nunca hay que decir nunca), que si viera a Cande embarazada por 9 meses al lado mío ahí sí podría despertar la curiosidad, pero lo dudo muchísimo. Tendré que decidir si quiero contemplar ese escenario o no.
Así que *me parece* que estoy frente al gran sentido de los 30. De los 30 siendo mujer. Tuviste 3 décadas en esta tierra. Formaste una base, tenés trabajo, plata, experiencia de vida, now decide.
Decide algo que no se deshace. A los 18 era la carrera que estudiar. Ahora es escindir tu vida. ¿Te conocés lo suficiente para decidir algo de lo que no te arrepientas? ¿Y si te arrepentís, qué tanto te la podés bancar?
Me gusta que las cosas tengan sentido porque sino ando errática por la vida. El arco narrativo me tranquiliza y me da paciencia, porque sé que hay un tema que une mis acciones y mis resultados.
El gran tema del año que viene si todo sigue igual va a ser ese. EMPEZAR a informarme. El primer paso es entender la fecha de vencimiento para decidir b (que al menos un hijo sea biológico). Y en qué consiste b. Que más o menos lo sé, pero bueno. Dónde, cuándo, cuánto sale.
Y en el mientras tanto, ir contemplando. Quiero tener hijos, o no. Me pregunto… yo lo veo como escindir la vida en dos. ¿Es así realmente? ¿Hay maneras de hackear la vida y tener the best of both worlds sin lo peor de los dos mundos? ¿Lo estaré viendo muy binario? ¿Se puede tener hijos y haber elegido que no?
Hasta la próxima,
Delfi
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Felicitaciones a mi amiga y a niño M