🎈Descubriendo #124: Todas las experiencias, la vida
Hola! 👋 Saludos desde la ciudad de Buenos Aires.
Hoy corrimos una carrera de 5km con Cande, y en muy buen tiempo 🏅. Fuimos a la par hasta el km 3 y ahí hubo bastante viento, me costó. Cande estaba más entrenada así que siguió, la vi alejarse unos metros y hacer la última curva flameando mientras a mí me costaba llegar. Pero valió la pena, hice mi mejor tiempo personal de 5km y estuvo re lindo encontrar a Cande después de la llegada.
Más allá de la carrera, tres de los últimos cuatro findes estuve en algún viajecito y este es el finde de “calma”. Estamos más tranquilas en casa, un par más de °C cambia mucho el día a día y hace más fácil salir de la cama a la mañana.
Casi primavera en Buenos Aires. Estamos a un paso de mi momento preferido del año, en ese punto de inflexión entre invierno y primavera. Hay optimismo, hay liviandad, hay planes y bares y lugares a los que ir, hay deportes al sol, hay 🍺 en la terraza.
Y trabajo. Vinieron varias personas a ver la terraza, para poner un deck, para revestir, para pintar. Esta forma de aprender de ir llamando gente y conectar frases dispersas hasta formar conocimiento arquitectónicos/decorativos. Si varias personas dicen lo mismo, hay algo ahí. Aprendí que por movimientos estructurales no puedo poner un revestimiento en la terraza. Aprendí que se pueden pintar los pisos. Aprendí de materiales. Ayer sábado vi todas las rejas de todos los balcones del barrio porque me gustaría cambiar las que tengo.
Estoy encontrando lo filosófico en el tenis. Estoy aprendiendo a competir. A ser mala con el que tengo enfrente. Mi profe me dice que yo le devuelvo las pelotas y que en realidad tengo que tirarlas donde a él no le queda cómodo. Vengo de prácticas individuales muy respetuosas con el otro y con uno mismo. Todavía no entiendo cómo te podés desafiar con el otro en el partido y después todo bien. Porque en un equipo entiendo que el enojo colectivo sirva para arengar pero en mi mente cuando estoy por sacar no pienso en ganarle al otro. Es más, espero que el otro sea benévolo conmigo en el partido y me estoy dando cuenta de que eso no sucede. Quizás me sirve cuando alguien se enoja conmigo saber que es como un partido de tenis, te enojás ahí pero después todo bien. Creo que eso me falta, la habilidad de enojarme sanamente con el otro, la habilidad de no sentirme agredida por boludeces.
Mi manera de vivir en Buenos Aires fue por muchos años algo “temporal” y ahora es como si ahora estuviera recuperando todo lo que no hice. Saqué la cuenta la otra vez, pasé 3 años sin poner un cuadro, una flor, un sticker siquiera, un IMÁN, en mi anterior departamento. Me acuerdo cuando me compré una olla y dejé de usar las que tenía. Pensaba qué cara pagué esta olla, cuando me vaya, si no la vendo me voy a arrepentir. Casi todo lo que hacía en Buenos Aires, aparte de no comprar nada “por si me iba” era ir a trabajar a Palermo y volver. Iba a yoga a unas cuadras de casa, en la bici. A veces, cada tanto, iba sola a un recital en Niceto. Iba a ferias de libros. A entrevistas a escritores. Vivía esa ciudad, la Buenos Aires de la literatura contemporánea, esperando a tener una razón para terminar de irme.
Recién conocí la Buenos Aires que ahora es mi casa cuando la experimenté con gente que hacía tiempo la vivía como su casa. En pandemia. La pandemia cambió mi perspectiva. Encerrada en la ciudad, descubrí una nueva forma de habitarla. Siento que ocurrió algo en eso de estar encerrado de golpe. Hablando con otra amiga que también estaba de paso en cada ciudad que tocaba, me dijo “nunca creí que me iba a quedar acá hasta que me agarró la pandemia”.
En fin, en pandemia descubrí que caminar es una actividad social y me hizo descubrir formas de habitar la ciudad. Caminar con amistades. Amistades que busqué y trabajé porque ya no sé si las amistades vienen solas. Caminar cerca de Facultad de Abogacía y parar a comprar un café. Caminar con el café por la calle. Seguir caminando. Cuando empezaron a abrir restaurantes y bares, ir a conocerlos. Notar los supermercados en cada cuadra. Las farmacias. Salir en bici (o en moto cuando la compré), o a correr a donde sea. Conocí boulders, pizzerías, parques, lagos, museos.
Después conocí a Cande y el resto es historia. Cuando ella me mostró el supermercado donde ella compraba, la fiambrería con los sandwiches que le gustaban, yo también tenía mis lugares y podía decir éste fue el chino donde compré un vino cuando empecé a escribir mi libro, este café tiene el mejor take away, en esta farmacia compré alcohol en gel cuando todo empezó. Gradualmente, Buenos Aires se transformó de un lugar de paso a mi hogar y ya no necesité razones para irme o para quedarme.
Primero tiene que ser mío o pasar por mí y luego es replicable al mundo. Mi abuelo está medio medio y ahora sé lo que se siente tener un pariente medio medio. Me había pasado antes, sí, lo había registrado, no, por qué no, no sé. La atención y el tiempo son limitados, siempre estoy buscando situaciones nuevas donde experimentar la vida entera, todas las experiencias de la vida, sólo así sabré la vida.
Mi sentido en el pasado han sido, por etapas, la búsqueda de mi carrera profesional, luego la búsqueda de mi espiritualidad, luego la búsqueda de mi sexualidad. En este momento mi sentido está en el mundo material, en el hogar, en la salud y en mi círculo de pertenencia. Conocer la vida desde lo cotidiano, desde los afectos y no desde los desconocidos random de un viaje o desde las ideas.
Quizás mi sentido siempre es la búsqueda de sentido. ¿Qué une a todas estas experiencias? ¿Qué une a las vivencias que transito en mi búsqueda? ¿Cuál es el sentido de estos hechos encadenados? ¿De qué está hecha, como escribí en el mail anterior, la tijera que corta el lienzo? ¿Por qué lo corta de esa manera?
Hasta la próxima,
Delfi
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