🎈 Descubriendo #26: Cómo creí que una crema Nivea cambiaría mi vida
Hola! 👋 Saludos desde mi depto en la ciudad de Buenos Aires.
Es la segunda semana este año que caigo con temas del hígado. Esto hasta hace un año no me pasaba y estoy tratando de entender por qué. Varios me dijeron que de un año para el otro hay dolencias nuevas… y que si no conocía mi cuerpo hasta ahora, ya lo iba a tener que conocer.
Hace relativamente poco que le presto atención al cuerpo. Antes, los problemas de salud iban y venían, yo los ignoraba. Vivía con un colon irritable de lunes a viernes y una contractura crónica casi sin darme cuenta. Medio que seguía hasta que ya se hizo limitante. Tomé cartas en el asunto y en general eran psicológicos. Se curaron con terapia, yoga, meditación, estando más tranquila en general, prestando atención a temas que me enojaban o me ponían nerviosa.
Seguiré indagando en el hígado. Quizás en unos meses les cuente la cura.

¿Qué estuve haciendo?
Compré un anafe, me llegó, conseguí quien lo instalara y ya está instalado. Sé que puede sonar como una trivialidad pero me parece impresionante que viví 3 años en este depto y no cambié ni un foquito (menos arreglar el anafe que tuvo todo este tiempo una hornalla rota), y ahora en unas semanas ya fui cambiando y reparando varios temas. Modus operandi como resultado del “Máster en arreglos y cuidados del hogar” que viví arreglando la casa y jardín de Ing. Maschwitz.
Fui un ratito a #Nerdearla con Cande y rememoré un poco cuando iba a conferencias presenciales de tecnología. Creo que siempre me va a gustar la tecnología como espacio de curiosidad.
En el otro extremo de esta Delfi que intenta integrar todas las cosas que le copan: vi a mi astrólogo favorito en vivo y estuvo buenísimo. Siento que entendí un tema súper importante sobre ser adultos y contenernos a nosotros mismos.
Vi cómo Sebastian Vettel anunció su retiro de la F1 y me pareció una reflexión muy linda sobre su vida fuera de las carreras. Es difícil no identificarse con el trabajo pero recordemos que siempre somos personas en el fondo y podemos ir cambiando. Hay cambios en prioridades.
Celebré que una escritora que sigo arrancó un newsletter porque se cansó del vértigo de las redes y el “ahora hay que hacer Reels”. Me representa mucho el about page de su newsletter:
Tengo nostalgia de esa época en la que nos tomábamos el tiempo de leer un mail o disfrutar un post largo de un blog con un té o café en la mano. No me llevo bien con los algoritmos, la velocidad y lo efímero de las redes sociales, así que acá estoy, con ganas de escribir cartas para quien quiera leerlas.
Raúl
Hoy en: “los roles de género no se deconstruyen automáticamente por ser gay”, o en otras palabras, “cómo ser un Raúl en una relación de mujeres”, les traigo un par de anécdotas.
Cuando empecé a salir con Cande me costaba mucho entender mi rol en una pareja de dos mujeres. Para mi sorpresa, tenía muchos más “los hombres hacen esto, las mujeres hacen esto” de los que creía.
Me hacía preguntas extrañas como “¿si todo el tiempo estamos cambiando de roles, cómo se va a sostener esto"?”. Después me di cuenta que no importaba. También tenía miedo que si yo me ponía medio minita a Cande no le fuera a gustar porque no me conoció así.
Aprendí que tenía comportamientos que perpetuaban roles de género como este que me recordó Cande:
También (esto es muy loco) pero a veces sentía que tenía que proveer. Medios, recursos, algo en general asociado al “deber ser” masculino ¿De dónde sale eso? eso no es mío. Pero me pasaba. Hubo una época en la que sentía presión (de mí hacia mí), pensaba “yo haré que salgamos adelante”
Le dije una vez a Cande que me pasaba esto, hizo un gesto de “excuse me???? mirá cómo salgo adelante” y ahí entendí que la había re flasheado.
Se puede recontra ser un perpetuador de roles de género aún cuando no hay hombres o mujeres en el vínculo afectivo. El famoso “y quién hace de hombre en su relación?” porque nadie tiene que “hacer” de un género.

Cremas del ser mujer
Flashback a 2017. Delfi pre-salida del clóset estaba en Chiang Rai, Tailandia. La loma del o***. Había un festival de flores y yo estaba sola. Me senté y pensé “voy a tener un gran amor, pero primero tengo que hacer unos cambios”. Fui a una farmacia y me compré 1 crema, de esas Nivea azules. Tremendo que pensaba que ése era todo el cambio que tenía que hacer. Pero sucede que las cremas siempre fueron mi modo de decir: a partir de ahora voy a ser mujer, me voy a poner cremas y ser más linda.
Es que sí, creía que ése era el problema: yo era poco mujer, me faltaba ser mujer, claro que ningún hombre estaría conmigo. O bueno, quizás un hombre distinto al hegemónico estaría conmigo. En realidad ser mujer era un ideal que rechazaba porque no quería ser mujer. No quería serlo si (eso creía) me impedía ser libre de estar con quien quisiera (hombres, mujeres, quien sea).
Obvio que me olvidé de la crema a los dos días, terminó al fondo de la mochila y la terminé tirando para que no explote y me arruine todo.
Flashforward a 2020, cuarentena estricta en Buenos Aires. Gracias a info de internet, tiempo, contemplación, entendí que ser mujer no me inhabilitaba de estar con quien quisiera. Los viernes a la noche tenía citas conmigo misma, abría un vino, me miraba al espejo, ponía una playlist con canciones para mí. Tomaba vino y me miraba al espejo. Me costaba no desviar la mirada, me seguía dando vergüenza ser mujer, pero si me miraba el tiempo suficiente, eventualmente sentía orgullo de ser mujer. Soy mujer y puedo estar con quien quiera. Estaba viviendo ese gran amor, y ya no necesitaba usar cremas. No me importaba quién, o si alguien, estaría conmigo.
Flashforward a ahora. Termino de trabajar y cierro la compu. Suena Cleopatra en el parlante y Cande salta en el colchón nuevo mientras se apura por bañarse. Yo miro al espejo que me acompañó en mis citas y pienso que sí, estoy viviendo otro gran amor, y uso cremas de vez en cuando, cuando me acuerdo. No para ser mujer sino porque quiero. Yo quiero usarlas. Juro que quiero usarlas pero me olvido.
Hasta la próxima,
Delfi
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